lunes, 5 de febrero de 2018

SECCIÓN LXXV (75). SEGUNDA VENIDA APOCALIPTICA.


CONTINUACCIÓN DE LA SECIÓN LXXIV (74)
En los días de Constantino el Grande y sus sucesores casi todos continuaron su política favorable a la iglesia, la cual rápidamente como un rayo llegó a ser una institución política-eclesiástica y perdió el significado de la espiritualidad iglesia. 

Y poco a poco su influencia sobre la idolatría y el adulterio, se hicieron más patente a lo largo de la historia. Arrepiéntete: Esta terrible amonestación refleja el grave peligro espiritual en que estaba la iglesia de Pérgamo. 

La gran pregunta es: ¿Estamos nosotros en esa situación de idolatría y sensualidad? “La espada de Jehová está desenvainada” ¿No somos todos nosotros más o menos tramposos? Como los Balaamitas, y los Nicolaítas, el pueblo de Dios se esmera en encontrar razones plausibles para justificar las malas conductas, cuando participamos de las cosas del mundo y de sus orgías. 

Pero si nos aferramos de la mano de Dios por la fe, por medio del estudio de su palabra, y con humilde oración, y un corazón contrito, hasta convertirnos en vencedores, el Israel espiritual saldrá victorioso.

Cristo a prometido que nos dará el maná prometido. Y Dios siempre cumple su palabra (Exo 16:14-36). 

Según la tradición judía declara que cuando venga el Mesías, “el tesoro del maná descenderá nuevamente de lo alto, y comerán de él en aqueñoa años (2º Baruc 29:8). 

El apóstol Juan refiriéndose ha este hecho dice: “Nuestros padres comieron el maná en el desierto. . . Y Jesús les dijo: Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo” (Juan. 16:31-33). 

Lo que se esta declarando es el maná espiritual que simboliza la renovación de la vida por el Espíritu Santo. Cristo es la vida eterna, y él que tenga la vida eterna estará con él Padre y con él Hijo.
El medio que Dios emplea es el estudio de la Biblia, en ella encontramos las razones de por que Cristo vino a morir por la raza caída. La piedra que Cristo dará a todos aquellos que sean fieles. 
 Hay una costumbre muy ancestral, cuando un joven pasaba la prueba de la madurez se le tallaba una piedra blanca con su nuevo nombre. Esto iba acompañado con el nuevo carácter de la persona. El nombre nuevo no sigue el modelo de su antiguo carácter, sino que lo remplaza. 

Cristo promete al cristiano un “nombre nuevo”, es decir, un nuevo carácter diferente al que tenía anteriormente. Este nuevo carácter es modelo según Dios (cf. Isaías.62:2; 65:15; Apoc. 3:12).
Maranata.
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