martes, 8 de agosto de 2017

SECCIÓN LXV (65). SEGUNDA VENIDA APOCALIPTICA.


  IGLESIA DE ESMIRNA. Apoc. 2:8-17
CONTINUACIÓN DE LA SECCIÓN LXIV (64) 
Un segundo edicto promulgado al año siguiente ordenaba la muerte de los miembros del clero que no quisieran sacrificar, y extendía la acción represiva a los laicos cristianos pertenecientes al estamento superior de la sociedad: los senadores y équites 

[Los équites (en latín equĭtes 'caballeros') formaban una clase social de la Antigua Roma conocidos allí como Ordo equester ('clase ecuestre'). A través de la historia este estatus oficial fue cambiando en dignidad y costumbres. 

En la época imperial, los équites tenían derecho a llevar el Angustus Clavus: las dos franjas de púrpura, de dos dedos de ancho en la túnica como símbolo de su posición. (Historia de Roma tomo I.]

Los cristianos eran degradados y confiscados sus bienes; los funcionarios públicos perdías sus cargos; y si aún entonces persistían en la fe, se les condenaba a muerte, y a sus mujeres la pena de destierro. 

Se trataba en suma de dejar acéfala a la Iglesia, por la supresión de la clase dirigente cristiana. Diocleciano llegó al poder en (284-305), y durante los dieciocho primeros años de gobierno, el emperador dejó vivir en paz a la Iglesia.  

¿Cómo explicar el brusco paso de una larga tolerancia a la más resuelta y sistemática persecución? Parece ser que a ese cambio de actitud contribuyeron una serie de factores, que hicieron cada vez más mella en el ánimo de Diocleciano. 

Los consejeros paganos le llegaron a persuadir de que su gran empresa regeneradora del Imperio sólo podría considerarse definitivamente coronada con la restauración de la religión oficial romana y para ello era necesario la eliminación radical del Cristianismo. 

También influyó la idea de que los cristianos, muy numerosos ya hasta en el propio ejército, podían constituir un peligro interno por lo que había que depurar las legiones.

La persecución de Diocleciano,también llamada «Gran Persecución», fue la última y quizá más sangrienta Persecución a los cristianos en el Imperio romano. La idolatria a las imagenes fue restaurada.

Hay historiadores que describen esta persecución como «la más grande y la última», «la más violenta», y hasta dicen que fue «nada menos que el exterminio del nombre de cristiano».
Maranata.
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